La ficción
- Adriana Lorenzo
- 25 nov 2021
- 5 Min. de lectura
Este ensayo que les comparto en esta nueva entrada fue un ejercicio académico para la clase de Teoría Literaria, dictada por Rodrigo Blanco Calderón en la Universidad Central de Venezuela. En este texto abordamos el concepto de Ficción, desde lo propuesto por Mario Vargas Llosa en su ensayo La Verdad de las Mentiras y las posiciones platónicas y aristotélicas sobre este concepto.
El ser humano siempre ha parecido presentar una resistencia ante situaciones que van más allá de lo real, las cuales no pueden ser explicadas mediante leyes científicas o que no puedan ser sometidas a comprobación. Estas situaciones muchas veces pueden considerarse como ficción.
Quizás esta reacción propia de los seres humanos se deba a que la palabra ficción puede considerarse como invención o cosa fingida, lo cual pareciera ofender a muchos, teniendo en cuenta que puede ser tomado como una mentira. Sin embargo, no podemos ser tan parciales sobre este término, ya que en casos como en el de la literatura o el arte, la ficción es parte constitutiva y no necesariamente tiene un fin perjudicial.
El hecho de que la ficción forme parte de la literatura ha sido un problema tratado por diversos autores, ya que pareciera ser un hecho bastante cuestionable, incluso desde la Antigüedad. Es por esto que nos aproximaremos a esta noción a través de la Mímesis que proponen Platón y Aristóteles en los libros La República y la Poética; y del texto La verdad de las mentiras de Mario Vargas Llosa.
Platón pareciera ser el primero que considera el problema de la imitación o de la mímesis[1], dedicando un capítulo entero en La República para cuestionar este término. En esta obra, a través de una serie de diálogos, Platón demuestra cómo lo real pertenece a un mundo intangible, perfecto e inmutable denominado mundo de las Ideas, mientras que todo lo que nos rodea es una mera copia tangible, perfecta y mutable, a lo que podemos denominar como mundo sensible.
El problema de la imitación en el arte surge como consecuencia de esta división que hace Platón, ya que los artistas sólo son capaces de imitar las cosas pertenecientes al mundo sensible. Por lo tanto, no imitan algo perfecto, sino algo defectuoso que nos aleja aún más de lo real.
Como podemos ver, Platón desprestigia la labor de un artista, considerando su obra como mentira y con efectos nocivos sobre las personas. El arte no permite una apreciación de lo real, y por lo tanto, nos aleja de la perfección del mundo de las ideas, al cual deberíamos acercarnos en función del conocimiento pleno del Bien y la Belleza.
En contraposición a Platón, tenemos que Aristóteles en la Poética, considera el acto de mímesis como un medio para la obtención de placer, al igual que la contemplación de la obra producto de la imitación. Por lo tanto, no debemos tomar este hecho como algo necesariamente negativo.
Otro hecho particular dentro de la obra de Aristóteles, es que este autor incluso llega a afirmar que las imitaciones pueden ser más bellas que la naturaleza. Por lo tanto, si contraponemos su punto de vista con el de Platón, tenemos que aunque el arte no pueda ser tomado como algo real no necesariamente es un condicionante para su belleza.
Teniendo en cuenta estas ideas propuestas por estos autores de la antigüedad, podemos aproximarnos al texto de Mario Vargas Llosa, denominado La verdad de las mentiras. Aquí este autor nos introduce dentro del problema de la veracidad de las novelas y la ficción, ya que éstas usualmente no son vistas como documentos que retraten fielmente la realidad. De hecho, la valoración de una obra literaria depende muchas veces de cuán apegada es a la realidad, más que la calidad de lo escrito.
Según Vargas Llosa, esta apreciación data, incluso desde los tiempos de los inquisidores españoles, quienes prohibieron la publicación e importación de novelas a las colonias americanas, ya que podían ser perjudiciales para el espíritu de los indígenas. Esto puede relacionarse con el problema de la imitación que consideramos en Platón. La obra, al alejarse de la realidad y entrar en el mundo de la mentira o de la ficción, perjudica el alma de quien se acerca a la novela.
No obstante, Vargas Llosa afirma que las novelas mienten[2], pero esto no puede ser un factor por el cual descartemos una obra, porque ésta muchas veces se sirve de la mentira para presentar una verdad disfrazada. Según este autor, la novela es un medio por el cual los seres humanos pueden tener otras vidas, distintas a la cotidiana, en las que expresan sus inconformidades.
Al dar cabida a la mentira, como un factor esencial en la construcción de una novela, Vargas Llosa también parece acercarse a la visión aristotélica de la mímesis, porque considera que una obra literaria reconstruye la realidad, muchas veces embelleciéndola o empeorándola. Por lo tanto, la imitación de la cual nos habla no necesariamente es fiel a la realidad en que está basado un determinado autor. Como dijo Aristóteles, la imitación muchas veces puede superar la naturaleza[3].
Otros factores que debemos considerar, según Vargas Llosa, para la construcción de una ficción es que está constituida principalmente por palabras. Son anécdotas no vividas, ya que al escribir una experiencia se está modificando. No todas sus partes pueden ser expresadas cabalmente, por lo tanto, muchas partes cambian y dejan de ser algo real. Además, hay una alteración esencial que considera este autor, y es la del tiempo. Esto se debe a que la vida real fluye y nunca se detiene, en cambio en la literatura las historias tienen un principio y un fin. El tiempo es apreciado de otra manera.
Como pudimos ver, basándonos en los textos de Platón, Aristóteles y Mario Vargas Llosa, existe un conflicto entre la ficción y lo real, ya que lo primero es considerado como parte constitutiva del arte. Sin embargo, la preocupación de autores como Platón radica en el efecto negativo que pueda tener una obra de arte sobre el alma. Sin embargo, Vargas Llosa nos presenta un punto de vista completamente diferente, donde pareciera que la novela es un medio por el cual incluso podemos experimentar la libertad y la vida que no podemos tener.
Mientras que, Aristóteles parece encontrarse en un punto medio, en el cual no descarta del todo a la imitación porque es un medio de obtención del placer, e incluso puede mostrarnos una realidad incluso más bella de la que conocemos. Definitivamente, el arte pareciera ser una conexión entre la realidad y el ser humano, donde ambos se conjugan y permiten tanto una apreciación de lo que rodea al hombre como un medio para vivir.
[1] Esta es una palabra latina que define a la imitación de la naturaleza que como finalidad esencial tiene el arte. [2] Mario Vargas Llosa, La verdad de las mentiras, p. 6. [3] Sobre esta imitación que supera a la naturaleza, podemos considerar la concepción de personajes trágicos y cómicos que hace Aristóteles en la Poética, donde determina que los primeros son representados mejores de lo que en realidad son, y los segundos como peores. Véase: Aristóteles, Poética, pp. 2 – 3.
Bibliografía
· Aristóteles. Poética. Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2006.
· Vargas Llosa, Mario. «La Verdad de las Mentiras.» En La Verdad de las Mentiras, de Mario Vargas Llosa, 5 - 20. Colombia: Seix Barral, 1990.
· Platón. La República. Madrid: Alianza Editorial, 1993.
Nota de la autora:
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